Quizá este mundo nos ofrezca cosas espectaculares, pero no hay nada mejor que la felicidad que se experimenta al entrar en la presencia de Dios y encontrarnos con su rostro.
Sal 27:7 Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;
Ten misericordia de mí, y respóndeme.
Sal 27:8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Jehová;
Sal 27:9 No escondas tu rostro de mí.
No apartes con ira a tu siervo;
Mi ayuda has sido.
No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario